IT Fue con una extraña pesadez de corazón que abordé un jet a los Estados Unidos ayer, en mi camino para dar un conferencia este fin de semana en Dakota del Norte. Al mismo tiempo que nuestro avión despegaba, el avión del Papa Benedicto estaba aterrizando en el Reino Unido. Ha estado mucho en mi corazón estos días y mucho en los titulares.
Cuando salía del aeropuerto, me vi obligado a comprar una revista de noticias, algo que rara vez hago. Me atrapó el título "¿Estados Unidos se va al tercer mundo?" Es un informe sobre cómo las ciudades estadounidenses, algunas más que otras, están comenzando a decaer, sus infraestructuras colapsan, su dinero prácticamente se acaba. Estados Unidos está "en quiebra", dijo un político de alto nivel en Washington. En un condado de Ohio, la fuerza policial es tan pequeña debido a los recortes, que el juez del condado recomendó que los ciudadanos 'se armen' contra los delincuentes. En otros estados, se apagan las luces de las calles, las carreteras pavimentadas se convierten en grava y los trabajos en polvo.
Fue surrealista para mí escribir sobre este colapso venidero hace unos años antes de que la economía comenzara a tambalearse (ver El año del despliegue). Es aún más surrealista ver que está sucediendo ahora ante nuestros ojos.
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