El Arca que Dios ha provisto para capear no solo las tormentas de los siglos pasados, sino más especialmente la Tormenta al final de esta era, no es una barca de autopreservación, sino un barco de salvación destinado al mundo. Es decir, nuestra mentalidad no debe ser la de “salvar nuestros propios traseros” mientras el resto del mundo se sumerge en un mar de destrucción.
No podemos aceptar tranquilamente que el resto de la humanidad vuelva a caer en el paganismo. —Cardenal Ratzinger (PAPA BENEDICTO XVI), La nueva evangelización, construyendo la civilización del amor; Discurso a los catequistas y profesores de religión, 12 de diciembre de 2000
No se trata de "yo y Jesús", sino de Jesús, yo, y mi vecino.
¿Cómo pudo haberse desarrollado la idea de que el mensaje de Jesús es estrictamente individualista y dirigido solo a cada persona por separado? ¿Cómo llegamos a esta interpretación de la “salvación del alma” como huida de la responsabilidad del conjunto, y cómo llegamos a concebir el proyecto cristiano como una búsqueda egoísta de la salvación que rechaza la idea de servir a los demás? - PAPA BENEDICTO XVI, Spe Salvi (Salvado en esperanza)n. 16
Así también, tenemos que evitar la tentación de correr y escondernos en algún lugar del desierto hasta que pase la Tormenta (a menos que el Señor diga que debemos hacerlo). Esto es "el tiempo de la misericordia”, y más que nunca, las almas necesitan “gusta y ve” en nosotros la vida y presencia de Jesús. Necesitamos convertirnos en signos de esperanza a otros. En una palabra, cada uno de nuestros corazones necesita convertirse en un “arca” para el prójimo.
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