¡CRISTO HA RESUCITADO!
¡ALELUYA!
HERMANOS y hermanas, ¿cómo no sentir esperanza en este glorioso día? Y, sin embargo, sé en realidad que muchos de ustedes se sienten incómodos al leer los titulares sobre los tambores de guerra, el colapso económico y la creciente intolerancia hacia las posiciones morales de la Iglesia. Y muchos están cansados y apagados por el flujo constante de blasfemias, lascivia y violencia que llena nuestras ondas de radio e Internet.
Es precisamente al final del segundo milenio cuando las nubes inmensas y amenazadoras convergen en el horizonte de toda la humanidad y la oscuridad desciende sobre las almas humanas. —PAPA JUAN PABLO II, de un discurso (traducido del italiano), diciembre de 1983; www.vatican.va
Esa es nuestra realidad. Y puedo escribir “no temas” una y otra vez y, sin embargo, muchos siguen ansiosos y preocupados por muchas cosas.
Primero, tenemos que darnos cuenta de que la esperanza auténtica siempre se concibe en el útero de la verdad; de lo contrario, corre el riesgo de ser una falsa esperanza. En segundo lugar, la esperanza es mucho más que simplemente "palabras positivas". De hecho, las palabras son meras invitaciones. El ministerio de tres años de Cristo fue de invitación, pero la esperanza real fue concebida en la Cruz. Luego se incubó y dio a luz en la tumba. Este, queridos amigos, es el camino de la auténtica esperanza para ustedes y para mí en estos tiempos ...
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