Jesús dijo a sus discípulos,
“Cosas que causan pecado inevitablemente ocurrirán,
pero ¡ay de aquel por quien ocurren!
Más le valdría que le pusieran al cuello una piedra de molino
y sea arrojado al mar
que él haga pecar a uno de estos pequeños.”
(Evangelio del lunes, Lc 17-1)
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán satisfechos.
(Mateo 5: 6)
HOY, en nombre de la “tolerancia” y la “inclusividad”, se excusan e incluso se celebran los crímenes más atroces —físicos, morales y espirituales— contra los “pequeños”. No puedo permanecer en silencio. No me importa cuán "negativo" y "sombrío" o cualquier otra etiqueta que la gente quiera llamarme. Si alguna vez hubo un momento para que los hombres de esta generación, comenzando por nuestro clero, defiendan a los “menores de los hermanos”, es ahora. Pero el silencio es tan sobrecogedor, tan profundo y extenso, que llega hasta las mismas entrañas del espacio donde ya se puede escuchar otra piedra de molino abalanzándose hacia la tierra. Continuar leyendo