Completamente humano

 

 

NUNCA antes había sucedido. No fueron querubines ni serafines, ni principado ni potestad, sino un ser humano —también divino, pero no obstante humano— quien ascendió al trono de Dios, la diestra del Padre.

Nuestra pobre naturaleza humana fue elevada, en Cristo, sobre todas las huestes del cielo, sobre todas las filas de los ángeles, más allá de los poderes celestiales más elevados hasta el mismo trono de Dios el Padre. —POP LEO EL GRANDE, Liturgia de las Horas, Vol II, P. 937

Esta realidad debería sacar al alma de la desesperación. Debería levantar la barbilla del pecador que se ve a sí mismo como basura. Debería dar esperanza al que parece no poder cambiar a sí mismo ... llevando la cruz aplastante de la carne. Por Dios Él mismo tomó nuestra carne y la elevó a la altura del cielo.

Así que no necesitamos convertirnos en ángeles, ni esforzarnos por convertirnos en dioses, como algunos afirman erróneamente. Necesitamos simplemente convertirnos completamente humano. Y esto, alabado sea Jesús, sucede completamente a través del don de la gracia de Dios, que se nos ha dado en el bautismo, y que se activa a través del arrepentimiento y la confianza en su misericordia. Al volverse pequeño, no grande. Poco como un niño.

Llegar a ser plenamente humano es vivir en Cristo que está en el Cielo ... e invitar a Cristo a vivir en ti, aquí en la tierra.

 

 

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Publicado en INICIO, ESPIRITUALIDAD.