Esas manos

 


Publicado por primera vez el 25 de diciembre de 2006 ...

 

AQUELLOS las manos. Tan diminuto, tan pequeño, tan inofensivo. Eran las manos de Dios. Sí, podríamos mirar las manos de Dios, tocarlas, sentirlas ... tiernas, cálidas, tiernas. No eran un puño cerrado, decididos a hacer justicia. Tenían las manos abiertas, dispuestas a agarrar a quien las sostuviera. El mensaje fue este: 

El que me ama, cumplirá mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y habitaremos con él. 

AQUELLOS las manos. Tan fuerte, firme, pero gentil. Eran las manos de Dios. Extendido en sanación, resucitando a los muertos, abriendo los ojos de los ciegos, acariciando a los niños pequeños, consolando a los enfermos y afligidos. Tenían las manos abiertas, dispuestas a agarrar a quien las sostuviera. El mensaje fue este:

Dejaría noventa y nueve ovejas para encontrar una pequeña perdida.

AQUELLOS las manos. Tan magullado, perforado y sangrando. Eran las manos de Dios. Clavado por la oveja perdida que buscaba, no los levantó en un puño de castigo, sino que una vez más dejó que Sus manos se volvieran ... inofensivas. El mensaje fue este:

No vine al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por mí. 

AQUELLOS las manos. Potente, firme, pero suave. Son las manos de Dios, abiertas para recibir a todos aquellos que han guardado su Palabra, que se han dejado encontrar por Él, que han creído en Él para ser salvos. Estas son las manos que se extenderán de inmediato a toda la humanidad al final de los tiempos ... pero solo unos pocos las encontrarán. El mensaje es este:

Muchos son llamados, pero pocos son escogidos.

Sí, el mayor dolor en el infierno será el darse cuenta de que las manos de Dios eran tan amorosas como un bebé, tiernas como un cordero y tan perdonadores como un Padre. 

Verdaderamente, no tenemos nada que temer en estas manos, excepto que nunca seamos sostenidos por ellas.

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Publicado en INICIO, ESPIRITUALIDAD.

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