ALLÍ Hay mucho en mi corazón para escribir y hablar en los días venideros que es serio e importante en el gran esquema de las cosas. Mientras tanto, el Papa Benedicto XVI continúa hablando con lucidez y sinceridad sobre el futuro que enfrenta el mundo. No es de extrañar que se haga eco de las advertencias de la Santísima Virgen María que, en su persona, es un prototipo y espejo de la Iglesia. Es decir, debe haber una coherencia entre ella y la Sagrada Tradición, entre la palabra profética del cuerpo de Cristo y sus auténticas apariciones. El mensaje central y sincrónico es tanto de advertencia como de esperanza: advertencia que el mundo está al borde del desastre debido a su curso actual; y esperanza que, si nos volvemos a Dios, Él puede sanar a nuestras naciones. Quiero escribir más sobre la poderosa homilía del Papa Benedicto XVI dada esta pasada Vigilia Pascual. Pero por ahora, no podemos subestimar la seriedad de su advertencia:
La oscuridad que representa una amenaza real para la humanidad, después de todo, es el hecho de que él puede ver e investigar cosas materiales tangibles, pero no puede ver hacia dónde va o de dónde viene el mundo, hacia dónde va nuestra propia vida, qué es bueno y lo que es el mal. La oscuridad que envuelve a Dios y oscurece los valores es la verdadera amenaza para nuestro existencia y al mundo en general. Si Dios y los valores morales, la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en las tinieblas, entonces todas las demás “luces”, que ponen a nuestro alcance tan increíbles proezas técnicas, no son solo avances sino también peligros que nos ponen y el mundo en riesgo. - PAPA BENEDICTO XVI, Homilía de la Vigilia Pascual, 7 de abril de 2012 (el énfasis es mío)
Y así, el mundo ha llegado a La hora pródiga: un período de esperanza y advertencia ...
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